Venezuela no está pasando por su mejor momento, pero tampoco lo pasan bien Honduras, Nicaragua, Guatemala, México o Colombia, con la diferencia que en estos últimos países, sus gobiernos están apañados por los Estados Unidos y por ende, pocas noticias de la gran crisis en centro américa, empobrecida por la injerencia del Imperialismo Yanki.
Desde que Chavez hasta Maduro se enfrentaron con
el gobierno del "Tío Sam" por asuntos como el petróleo venezolano, se sometieron a la eficacia de un bloqueo económico y a una propaganda mundial despiadada, obviamente dirigida.
Se podrá con buenas razones deplorar la gestión de Maduro en el gobierno, es cierto, no la tiene fácil. Pero en latinoamérica ningún gobierno se salva del predicamento de "buena gente", ya sean gobiernos socialistas o de derechas. Llámese Macri o llámese Bolsonaro.
En España, sólo tenemos la visión de Estados Unidos contra Venezuela y la derecha española que atacó desde el primer minuto, desde la época de Chavez y más aún con Maduro provocando un fuerte enfrentamiento diplomático y periodístico a fin, por intereses políticos y económicos también. El petróleo ajeno está en juego, junto con la política global del capitalismo que golpea a Siria igualmente.
Pero no está en la coyuntura sólo Venezuela en América latina, también lo están todos los otros países en su conjunto. Y como en el pasado bajo la tutela de Estados Unidos que provocó una cadena sucesivas de golpes de estados contra gobiernos democráticos con el alzamiento de Pinochet, Videla y otros, ahora comienza a resurgir un nuevo intento empezando con Venezuela.
Si Venezuela tiene una crisis institucional, o política o democrática o social o la que sea, es una cuestión que debe resolverse en las Naciones Unidas, no precisamente en Estados Unidos, ni menos en España ni en un conjunto de tres o cuatro estados.
Los discursos del señor Casado y del señor Rivera, presionando al gobierno de Sanchez para apoyar el golpe de estado en Venezuela, no sólo es una injerencia desafortunada de España en otro Estado independiente, sino que simplemente es favorecer el retorno de los Pinochet y los Videlas a una América latina que le ha costado olvidar aquellas tragedias. Quizás, tanto Casado como Rivera, en su postura logren objetivos electorales en España despreciando la tragedia y el sufrimiento de los pueblos americanos, ejerciendo de juez y parte sobre un Estado independiente. Pues, aunque la situación de Venezuela es opinable sea cual fuese el criterio tomado, como es opinable aun en mayor grado Arabia Saudí, país del cual Rivera como Casado mantienen sospechado silencio, la injerencia política o de Estado sobre otro Estado, no caben dudas que obedecen a criterios colonialistas y dictatoriales.
La propaganda y la falsedad informativa, ya fue practicada por Rivera y el gobierno del PP de Rajoy conspirando contra Alexis Tsipras en Grecia para desestabilizar su gobierno. Hoy, tarde y mal la Unión Europea pide perdón por las mentiras difundidas en ese asunto. Rivera y compañía despistados evitan abrir la boca.
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